Ya ha pasado una semana desde que deje
Cochabamba. La verdad que no tenía muchas ganas de escribir mi última entrada
de blog, ya que tendría que decir desde una manera virtual, un último adiós.
En estos seis días en el bibliobús,
seguimos con la temática de las constelaciones, en las sesiones, los
niños después de leer los cuentos, les volvíamos a concienciar sobre la
importancia del medio ambiente y entre todos limpiamos la basura que había en
los alrededores del lugar donde impartíamos las clases.
Muchos niños cuando me despedía, me
abrazaban y me decían que no me fuera… la verdad que me dio mucha penita.
El miércoles 14, Miriam la administradora
del Bibliobus, para despedirnos a las cuatro españolas, nos invitó a cenar a su
casa, estaban todos los voluntarios y trabajadores del bibliobús, la verdad que
fue una cena muy agradable y la comida estaba muy buena. Nos sirvieron un
plato típico de Cochababa, cuyo nombre no logro recordar en estos momentos, el
cual estaba espectacular. Era una especie de pollo asado en un cuenco de barro,
con choclo y papas. ¿Alguien me ayuda?
Agradezco al Bibliobus y a todos sus
voluntarios y trabajadores, todos los momentos y experiencias tan maravillosos
que he pasado trabajando para ellos. Las risas y todo lo que cada uno de ellos
me ha aportado y aprendido, no solo para ser una mejor profesional sino para
crecer como personas. Han sido como una familia más, los cuales estaban atentos
a todas nuestras necesidades y problemas. Gracias de todo corazón.
En Warmi el lunes organice la parte del
cuento de la reunión, busque por internet uno de mis cuentos favoritos de Jorge
Bucay, llamado el cementerio de la felicidad, os dejo con el cuento por si
alguno le interesa:
Cuando terminamos, Claudia la directora del
centro, me propuso que hiciese una actividad acorde con el cuento, en el que
todas las trabajadoras y voluntarias en una hoja de papel teníamos que poner
todos nuestros momentos felices de nuestra vida.
La verdad que fue muy emotivo, ya que al recordar todos tus momentos
felices y con quien los has vivido, te das cuenta de que realmente ese tiempo es el que merece
la pena vivir. Lo debatimos y cada una dio su opinión sobre la importancia de
la felicidad. Para almorzar mientras nos reuníamos, realice para todas dos
tortillas de patatas. Me dieron las gracias por ello y me dijeron que estaban
muy buenas.
Las despedidas con los niños en Warmi
fueron bastante duras, ya que muchos niños en el momento que decía que era mi
último día, no querían separarse de mí y me seguían a todas partes.
Por la tarde en Warmi realizamos mi
despedida, compraron nachos y ellas mismas hicieron guacamole. Nunca en mi vida
había probado un guacamole tan rico. La verdad que fue una despedida muy
especial. En Warmi a pesar de que he estado poquito tiempo, me han tratado como
si formara parte de esa gran familia, he aprendido y he intentado aportar el
poquito tiempo y dedicación que me quedaba. Fue maravilloso trabajar para esta
organización y gracias a ella me llevo muchos conocimientos y habilidades
profesionales que con anterioridad no tenía. También me llevo el cariño y toda
la dedicación y empeño que ponían es su proyecto. Me hubiera gustado coincidir
más tiempo con ellos, pero fue lo suficiente para poder impregnarme de todo
ello.
Mi último fin de semana, fueron mis últimos
días de fiesta por Cochabamba con mis amigos, dije adiós a la tirana y a la
pimienta. Fueron días muy emotivos y tristes, los cuales disfrute de la
compañía de mis amigos de Cochabamba.
El domingo me llevaron a ver un Show de
humor, me gustó muchísimo, ya que descubrí como es el humor Boliviano, el cual
critican a los policías, se meten con los de Santacruz, imitan a las cholitas,
parodian el programa de “yo me llamo” y bueno hacen un intento de imitar a los
españoles. Me reí mucho y fue una
experiencia muy agradable.
El martes fue mi despedida con mis amigos,
lo celebre en un café puf, era muy bohemio y se encontraba situado entre la calle
España y Ecuador. ¿Casualidad? No lo creo. La verdad que vinieron muchos amigos
a despedirse, aunque fuera solo un ratito. Me lo pase muy bien, fue muy emotivo
y especial para mí.
Tengo que dar las gracias a todas y cada de
las personas que me han enseñado los distintos lugares de Bolivia fuera del
trabajo:
Ya sea a un guía turístico con el que nos
adentramos en la selva; el chico que nos llevó a ver museos, un gran
palacete, y nos enseñó a movernos por el
mercado la cancha, el cual siempre iba en traje y aprendí su gran visión del
mundo.
El amigo que me llevó a ver pueblecitos de Cochabamba, un Show de humor y varias galerías de artes, el cual es la persona más positiva que he conocido en mi vida.
El amigo que nos llevó a la feria internacional y nos acompañó a ver pueblitos, el cual se tomaba las cosas muy en serio, pero siempre le hacíamos sonreír.
Nuestros dos grandes compañeros de coche en el Salar : gracias por toda su locura, su humor y rarezas. Recuerdo los grititos de enfado de ella cuando él intentaba dormir en su hombro.
Gracias al chico que conocí en el Salar, especialmente por la gran discusión sobre la visión de la vida que tuvimos.
A mi gran amiga alemana, a los días que pasamos en Warmi, de fiesta y a nuestras conversaciones de apoyo mutuo;.
A mi gran amigo que me llevaba a probar la comida boliviana en los puestos mejores de Cochabamba, en los cuales apenas teníamos que esperar cola porque conocía a mucha gente y nos colaban.
A la pareja de amigos de AISECK, que aunque no pudieron estar todo el tiempo que querían con nosotras, siempre intentaban sacar un poco de su apretada agenda para compartirlo con nosotras.
Al primer chico que conocí nada más llegar a la ciudad y, que comenzó a enseñarme los rincones de Cochabamba, el cual me incitaba a que saliese de casa y a disfrutar de mi viaje, le doy especialmente las gracias por dejarme sola en un concierto, fue el mejor favor que podías hacerme para obligarme a conocer Cocha.
Gracias también a mis compañeras, gracias a la buena actitud que tuvieron conmigo y que motivo que me obligase a crear todo mi maravilloso mundo en Cochabamba.
Al chico que bailaba en solitario, a la conversación que tuvimos sobre los desamores .
A mi amigo con cara de niño, con el cual bailábamos haciendo el tonto; a mi otro amigo que solo sabía bailar a estilo reggae.
Y muy especialmente al chico de la mirada tristes, que me llevo a ver películas francesas y tanto me ha hecho aprender sobre mi misma y sobre el mundo.
El amigo que me llevó a ver pueblecitos de Cochabamba, un Show de humor y varias galerías de artes, el cual es la persona más positiva que he conocido en mi vida.
El amigo que nos llevó a la feria internacional y nos acompañó a ver pueblitos, el cual se tomaba las cosas muy en serio, pero siempre le hacíamos sonreír.
Nuestros dos grandes compañeros de coche en el Salar : gracias por toda su locura, su humor y rarezas. Recuerdo los grititos de enfado de ella cuando él intentaba dormir en su hombro.
Gracias al chico que conocí en el Salar, especialmente por la gran discusión sobre la visión de la vida que tuvimos.
A mi gran amiga alemana, a los días que pasamos en Warmi, de fiesta y a nuestras conversaciones de apoyo mutuo;.
A mi gran amigo que me llevaba a probar la comida boliviana en los puestos mejores de Cochabamba, en los cuales apenas teníamos que esperar cola porque conocía a mucha gente y nos colaban.
A la pareja de amigos de AISECK, que aunque no pudieron estar todo el tiempo que querían con nosotras, siempre intentaban sacar un poco de su apretada agenda para compartirlo con nosotras.
Al primer chico que conocí nada más llegar a la ciudad y, que comenzó a enseñarme los rincones de Cochabamba, el cual me incitaba a que saliese de casa y a disfrutar de mi viaje, le doy especialmente las gracias por dejarme sola en un concierto, fue el mejor favor que podías hacerme para obligarme a conocer Cocha.
Gracias también a mis compañeras, gracias a la buena actitud que tuvieron conmigo y que motivo que me obligase a crear todo mi maravilloso mundo en Cochabamba.
Al chico que bailaba en solitario, a la conversación que tuvimos sobre los desamores .
A mi amigo con cara de niño, con el cual bailábamos haciendo el tonto; a mi otro amigo que solo sabía bailar a estilo reggae.
Y muy especialmente al chico de la mirada tristes, que me llevo a ver películas francesas y tanto me ha hecho aprender sobre mi misma y sobre el mundo.
Seguramente me falte muchísima gente más, les pido disculpas y, en cualquier caso, desde aquí les doy a todos ellos las gracias de todo corazón, porque evidentemente sin todos y cada uno de ellos, mi viaje no hubiera sido lo mismo, ya que esta gran experiencia me ha aportado ser mucho mejor persona que antes y, he aprendido a valorar el mundo, siendo consciente de como cada uno de nosotros creamos nuestras propias experiencias.
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